Depende la hora a la que se vaya por los sitios se ven unas cosas o las otras, y no me refiero solo al tipo de gente que los transita. Esta mañana como despedida de Jaca y del verano me he ido por un precioso paseo que hay y que está lleno de pinos altos y pájaros como buhos, etc. Si cierras los ojos parece que estés en medio el monte. Bueno, y sin cerrarlos, porque es lo único que ves: montes llenos de árboles y a lo lejos montes como pedruscos gigantes con algún mentisquero y tímida nieve superviviente del último deshielo del año. ¡Ah! y un fuerte en la montaña vigilando lo que pasa a su alrededor.
Ardillas trepando o águilas son compañeras a las 9 de la mañana, hora a la que he ido. Se me ha olvidado (qué raro...) coger una bolsa, por lo que he tenido que conseguirla. Después he ido mirando al suelo y he recogido varios trozos caídos de pino (ramas con hojas) y una piña. Después, un puñado de lavanda. Porque para mí ese olor es tranquilidad, la que sólo consigo allí.
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