Capítulo 43 - Amargo cumpleaños... te quiero mucho.

Qué buenos recuerdos...

Porque te quiero,
porque te aprecio,
porque te hecho en falta,
porque te recuerdo.

Porque me ayudaste,
porque me marcaste,
porque me escuchaste,
porque me acompañaste.

Porque en mi corazón sigues,
porque en mis metas participas,
porque en mis problemas me hablas,
porque en mis rezos te hablo.

Hace un año empezó el dolor con una carta,
el análisis de un tratamiento que ya no alarga,
una enfermedad que gana, se reproduce,
que acerca feroz el momento de un adiós tenue.

Cada vez que entro en casa veo tu foto, y cuando salgo la miro. Ahí estás tú mirándonos, cuidándonos y sonriéndonos como siempre hacías. Cuando te recuerdo te veo en la huerta dándome un rastrillo de verdad para plantar semillas en un trocito de huerta a la derecha de la caseta y diciéndome cada día cómo iba mi particular cosecha. Los chapuzones en la piscina de Jaca, y la amistad que hiciste con las mujeres que tomaban el sol a la mañana... este año me han recordado a tí, que he empezado a hablar con ellas.

Ya te dije que, si sacaba el carnet de conducir, te lo dedicaría a tí. Y lo he hecho, porque has estado ahí.
No hay palabras suficientes para describir lo mucho que me has dado y lo afortunado que me siento habiéndote tenido de abuelo.

Todavía conservo entre mis brazos el último abrazo y en mis labios el último beso que te dí, muy frío pero caliente de sentimiento, porque han sido muchos años y muchos momentos contigo.
Por eso, por todo eso, te quiero.