Tras alejarme avenida abajo del centro de Irún, hay que seguir un bidegorri (carril rojo, carril bici) hasta llegar de repente a un ambiente rodeado de caseríos como el de la foto, junto a un arrollo. Me gustaría probar durante una semana lo que viviendo ahí se siente.
Se oían los pájaros y el ruido del agua, hasta llegar a lo que hizo surgir mi ciudad en el cantábrico: las canteras de granito de la antigua Oiasso, ahora abandonados y rehabilitados hornos de calcinación de Gurutzeta (Irún). En total eran 7, y se usaban para darle pureza a lo extraído, situados junto a la propia mina, de la que quedan restos:
Como ves, la cueva está tapada por una puerta metálica a través de la cual se ve más bien poco, pero alacercarme a ella he sentido una sensación de humedad muy grande.
Siguiendo el camino que se iba convirtiendo en sendero de montaña he ido adentrándome en el pequeño valle lleno de vida al rededor.
He ido por varios caminos distintos (y no, no me he perdido), he tenido que cruzar el riachuelo (apollandome en la bici mientras adivinaba las piedras para pisar aunque, al final, me he mojado una zapatilla).
De vuelta me he estado fijando en las casas, los caseríos e incluso alguna torre:
Y, en el último tramo volviendo ala ciudad, aberes (animal de granja en vasco): vacas, caballos, obejas.
Entre árboles se asoman ya Irún, la ciudad y al fondo el mar:
De momento me vale, ahora que ya no quiero volver a Jaca.
Yo soy yo y mis montañas. Las valoro y las respeto. Por eso sin ellas no soy nadie, Jesus calleja
Me ha gustado mucho, gracias por compartirlo. Tu tierra es una preciosidad, es que, lo que yo digo ... ¡lo tenéis todo! Mar, montaña y un verde infinito. Cualquier rincón es una maravilla.
ResponderEliminarOye ... ¿Por qué no quieres volver a Jaca?
Hola Trimbolera! La verdad es que tuve mis más y mis menos con una persona, pero ya pasó... jejeje.
ResponderEliminarGracias por tu opinión, muchas veces el encanto exterior nos hace infravalorar lo que nos rodea.