Empezando con la Alfajería que tanto me ha gustado y de la que hablo en otra entrada, Zaragoza se descubre como una ciudad con una historia de multiculturalidad a lo largo de los siglos, o incluso de los milenios. Porque no, la fortaleza musulman no es lo más antiguo que conserva.
Las murallas romanas cercanas a la Plaza del Pilar dan fe de historias de romanos contra otras culturas como los vascones, que también llegaron a Zaragoza tal y como lo documentan fragmentos romanos. Baños públicos, anfiteatro, puerto fluvial o necrópolis hablan de una historia de la Caesaraugusta cuyas murallas todavía se conservan.
Y juto a ellas el mercado modernista de la ciudad de la época de los boulebares y el centenario de los Sitios. A la derecha, la avda de la Independencia.
Al otro lado de la avda de la Independencia, ¡sorpresa! La Cai y su imponente torre, una de las más altas de la capital. Pero yo no busco eso, sino el Patio de la Infanta.
¿Dónde está? Recuerdo que en la búsqueda le dimos una vuelta a la manzana y preguntamos por la calle San Vicente de Paul.
Tras callejear llegamos al mismo lugar. Y el portal, la puerta del torreón. Entras y...¡un patio barroco detro de un edificio del siglo XX!
¡Y se me adelantan! Nevar no nevó, pero parece una pista de ski, porque hay telesillas y todo. Si llegas a Zaragoza en bus o en tren la ciudad te ofrecerá (pagando) un telesilla para que sobrevueles una pequeña parte a vista de pájaro. Esto es la Expo 2008, la del agua y el Ebro, la que tiene una torre en forma de gota desde el aire. Una Zaragoza moderna y limpia, cuidada y grande. Visítala y llévate una cámara de fotos. Tiene mucho para ver y decir, y sin haber mencionado la basílica.
Torre del Agua
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